
¿Te has puesto a pensar en cómo reaccionas ante cada situación? La mayoría tenemos una forma ya bien aprendida.
Unas gritan, otras lloran, otras se asustan y a otras, les vale. Y no me refiero a que se la pasen gritando, llorando o que salgan corriendo todo el tiempo, sino que tendemos a tener un estilo característico de reaccionar.
Hay personas que se sienten víctimas de casi todo y encuentran la forma de acomodar cualquier situación en su contra. Se la viven preguntándose ¿por qué a mi?
Otras, por el contrario sienten que nada está relacionado con ellas y no logran hacerse responsables de casi ninguna de las decisiones que toman.
Y así es…
Reaccionamos siempre desde nuestra historia, nuestros miedos y nuestros logros.
El cómo percibimos nuestro entorno tiene que ver con nuestras emociones. ¿O no te pasa que un lugar que ves a diario lo “sientes” distinto o a veces ni lo notas y otros días te mueve muchas cosas?
Hay olores, sabores y sensaciones que nos remontan a ciertas emociones y a veces sin querer eso determina nuestro día o un estado de ánimo que dura mucho más de lo que quisiéramos.
El cómo nos comportamos y cómo reaccionamos ante ciertas cosas tiene todo qué ver con cómo nos percibimos. Entonces ¿cómo podemos cambiar nuestras reacciones?
Es decir, si siempre nos enojamos de forma exagerada ¿cómo evitarlo?
Hay muchas estrategias de manejo de ira, pero el autoconocimiento ayuda con cualquier emoción.
Hay que tener claro quiénes somos, qué nos da más coraje, más miedo, más felicidad. De esta forma estamos un poco más preparadas para enfrentar situaciones que se salen de nuestro control y que, además, aparecen a diario.
Al conocernos podremos pasar de la emoción, a la percepción y luego a la reacción de una forma menos accidentada.
Es como manejar en una calle con y sin baches. El autoconocimiento nos ayuda a recarpetear el camino y a pasar por la vida de mejor forma.
Si tienes la tendencia a ser muy emocional (ya sea hacia lo positivo o negativo) puedes buscar equilibrar un poco eso inclinándote hacia lo racional.
Si, por el contrario, eres más análitico, te fijas en los hechos y no haces tanto caso a esa voz que te dice cómo se va sintiendo podrías intentar lo opuesto, escucha tu propia opinión y date permiso de sentir un poco más.
Lo más importante es fijarnos en cómo estamos un poquito más seguido, porque a veces se nos olvida. Hay quienes están tristes y luego ya no se acuerdan por qué, o quienes la mayor parte del tiempo están bien, aunque les pasen cosas malas.
No hay emociones malas, todas tienen su función, todas van a influir nuestras reacciones, mientras más oportunidad de actuar les demos más sencillo será manejarlas y fluir junto con ellas.
Busquemos evitar los extremos, ni sobre reaccionar ni hacer como que no pasa nada. Atrevámonos a sentir.